Escudo de Mons. Raúl Biord Castillo

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Elementos externos Dos blasones diferenciadores, la cruz procesional y el sombrero, como elementos externos son utilizados como ornamento exterior y superior del timbre. La cruz procesional, sobre la que se apoya el escudo, es una cruz de oro, en cuyos brazos están incrustados cinco zafiros azules y cuatro gemas rojas, que recuerdan la sangre derramada por las cinco heridas que recibió Jesús en la cruz, marcas que identifican al Crucificado-Resucitado, que dice a Tomás: “Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente” (Jn 20,27). Los cinco zafiros recuerdan el encendido del cirio pascual en la madre de las Vigilias, la noche más santa entre todas las noches, cuando el presbítero marca unas señales en el Cirio mientras dice “Cristo ayer y hoy, principio y fin, Alfa y Omega; suyo es el tiempo y la eternidad. A Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén”.

Y al incrustar los cinco granos de incienso, por palabras se hace imploración para que la luz de Cristo Resucitado disipe las tinieblas del corazón y del espíritu: “Por sus llagas santas y gloriosas nos proteja y nos guarde Jesucristo Nuestro Señor”. El sombrero eclesiástico es bajo, plano, de ala ancha, y de cada lado penden cordones y seis borlas dispuestas respectivamente en tres filas de una, dos y tres. El color verde indica su condición episcopal. Debajo del escudo en la cinta bífida centrada y aleteando en oro, el lema episcopal en letras mayúsculas en negro: TESTIGO DE SU RESURRECCIÓN (Hch 1,22). Elementos personales Los elementos personales están conformados por los distintos blasones o figuras que conforman el escudo. En alto Jesús Resucitado que asciende al cielo en color azur (azul), imagen de la santidad juvenil: una vida liberada del pecado y regenerada por el Resucitado, llena de alegría y de luz. La imagen representa el cuadro del pintor Crida que adorna la pared detrás del altar de la así llamada “capilla Pinardi”, lugar donde san Juan Bosco inició su Oratorio en la Pascua de 1846 en Turín. En color oro (amarillo) el anagrama de la Virgen María, primera discípula misionera, que acompañó a su Hijo al pie de la cruz y perseveró con los apóstoles en la espera del Espíritu Santo, y en el tiempo de la Iglesia la ayuda con su maternal bendición como Auxiliadora del pueblo.

Los bisabuelos del obispo, don Manuel Castillo Arteaga y doña Ana Dolores Hernández de Castillo, construyeron la primera Capilla a María Auxiliadora en Venezuela, en la población de Güiripa (Edo. Aragua). En la parte inferior, el Fuerte de San Carlos, símbolo de La Guaira, que desde tiempos coloniales protege su puerto enclavado entre las altas montañas de la Cordillera de la Costa y el mar Caribe que baña sus playas y rodea sus islas. El Fuerte es testigo de tantas batallas por la libertad de Venezuela, expediciones y sueños de libertad entre sus rocosas paredes. La montaña simboliza además el lugar de nacimiento del obispo, San Antonio de Los Altos, que entre sus verdes y neblinas fue asiento de la familia Biord. El castillo rememora la brisura de la familia, que Dios ha querido bendecir con tres salesianos, sacerdotes y obispos: Mons. Lucas Guillermo Castillo Hernández y Rosalio José Cardenal Castillo Lara. El bosque que reviste de verde la montaña es símbolo de san Juan Bosco, familia espiritual donde se ha formado Mons. Raúl Biord Castillo. El mar recuerda el lago de Galilea donde el Resucitado invitó a navegar mar adentro, a echar las redes, confirmó la fe y el amor de Pedro, perdonó su traición, le encomendó cuidar a sus ovejas y, con su “Sígueme”, le renovó la vocación (cf. Jn 21, 1-19).